¿Estamos dispuestas a volver a la vida “casi” normal? En algún momento, porque sabemos que debería suceder, vamos a poder encontrarnos y ya no se si estamos – al menos yo – preparadas para la vuelta. Salir con alguien que no conocemos tanto; una charla aburrida sobre la cuarentena que va a ser peor incluso que las del clima, contarnos todo lo que no hicimos en el encierro y la crisis económica. Ya de sólo pensarlo elijo quedarme en la cama y cancelar todo.
El otro día mantuve una conversación muy loca con un semi conocido sobre la elección de la ropa interior para una cita. No recuerdo cómo se llegó a ese tema pero hasta me resultó interesante al principio. Pensar que algunas mujeres nos hicieron creer que los hombres generalmente no se fijaban en eso. De todas maneras, siempre dudé de esa teoría porque me tocaron varios casos que lejos de ser excepciones parecían más parte de la regla que otra cosa.
Lo bueno es que no todos piensan igual. Conocí hombres que amaban la ropa interior blanca y otros que si no era negra, decían que se perdía la magia. Se perdía la magia… Qué bueno porque eso nos da la posibilidad de tener varios modelos depende de la persona que vayamos a ver.
Tengo que reconocer que muchas veces, de manera consciente y deliberada, me propuse seleccionar todo lo contrario de lo que me pedían. Era una cuestión de ¿Quién sos para decirme qué tengo que usar?
Se supone que las mujeres debemos estar divinas, con perfume, con la piel suave, tersa y encima también nos eligen la ropa interior. Tengo que tener mucho cariño por esa persona para hacer algo así. Incluso, yo, que jamás me fijo en la ropa de los demás puedo llegar a hacer un comentario hiriente que suelo disfrutar más que la salida en sí misma: “Al final vos me elegís la ropa interior pero usás la de tu abuelo”. Maldad pura porque ni siquiera es un tema que me importe. Si quiero estar con alguien justamente no me interesa eso.
La ropa interior es importante, mucho, pero para mi, para mirarme en el espejo, para sentirme cómoda. En definitiva, me gusta verme bien, en blanco, en negro, en rojo,pero jamás lo hago pensando en el otro. Es parte de mi indumentaria. Me debería gustar a mi y no pensar en los demás. Me da igual utilizarla para acostarme con una novela policial o con un x que a lo mejor después ya jamás nos veamos.
La cuarentena me salvó de eso, de buscar y hacer todo lo contrario a lo que me piden, cosa que también es un desgaste en sí mismo. Por eso, si algo me cambió este encierro es que hoy prefiero esas relaciones en la que existe la confianza para hablar de todo y en las que me divierto incluso con el color de la ropa interior. Esa gente que me conoce como soy y me acepta así, aunque nunca vaya a ser la mujer perfecta o incluso por eso mismo, por ser una mujer tan imperfecta.
La ropa interior podrá ser tema de debate de algunos pero, si no termina en el piso, por más color que tenga, no hay magia que suplante esa situación.