¿Logró la Universidad de Buenos Aires adaptarse a esta nueva realidad virtual?
A mediados de marzo se anunciaba la suspensión de las clases en las aulas. Docentes, alumnos y hasta padres tuvieron que idear rápidamente nuevas formas para adaptarse. En el caso de la UBA, las decisiones variaron según cada facultad. Medicina, Derecho y Económicas continuaron dando clases en la fecha estipulada pero de manera virtual. En Filosofía y Letras, el comienzo se postergó un mes y, en ese tiempo, los docentes de las cátedras tuvieron la libertad de decidir si su materia podía darse de manera virtual o no.
Con la confirmación del 98% de las cátedras comenzó el cuatrimestre. Otros casos distintos se dieron en Sociales o FADU, donde algunas materias adelantaban lecturas o daban clases pero que no tenían condición de obligatoriedad. Recién a mediados de junio ambas facultades dieron comienzo formal a su primer cuatrimestre (que se convirtió en trimestre o bimestre).
A grandes rasgos parece que las clases virtuales están funcionando correctamente pero la particularidad de cada condición deja entrever algunos inconvenientes. Docentes que no contaban con los conocimientos tecnológicos que este nuevo método requiere, conexiones inestables, plataformas con límites de tiempo o de espectadores, hogares donde las computadoras no son suficientes para todos los miembros de la familia. ¿Y qué pasa con aquellas carreras donde las materias prácticas predominan?